En el último año un par de amigas habían posteado sobre su viaje a Putumayo y me pareció un lugar que valía la pena visitar. Hay muchos lugares en Colombia que son un tanto olvidados y que por el conflicto se volvieron inaccesibles. Sin embargo, en la actualidad, estos sitios han empezado a ganar reconocimiento y presencia dentro del abanico de destinos turísticos colombianos, sumándose a aquellos que son habitualmente visitados. El Putumayo es uno de ellos.
Motivada por las experiencias compartidas por mis amigas decidí proponerle a mi sobrino que fuéramos a Putumayo. Una amiga ya me había recomendado con quien planear el viaje y donde quedarnos. RioSelva Travel fueron quienes planearon nuestro viaje en Putumayo. Todo salió conforme a lo planeado, super puntuales, super amables, la comida deliciosa, todo excelente. Nosotros decidimos hospedarnos en El Portal del Sol, totalmente recomendado. Jhon Jairo y Alexandra son los anfitriones y son los mejores. Las habitaciones son super lindas y limpias, le permiten a uno adentrarse en la naturaleza. La comida es deliciosa y John Jairo conoce mucho sobre la región y es muy interesante conocer su historia y el proyecto tan bonito que han construido y que vale la pena apoyar y visitar.
Nosotros volamos a Villagarzon que es mucho más conveniente que volar a Puerto Asís, Puesto Asís es más lejos y requiere uno más tiempo para los traslados de/hacia el aeropuerto. El día que llegamos fuimos a visitar la cascada la Mohana que queda en la reserva donde está el hospedaje. A nuestra llegada nos recogió un señor que fue quien nos acompano durante todo el viaje y nos llevo a almorzar a un sitio dentro de la reserva. El almuerzo estuvo delicioso, era un pescado ahumado, preparado a la manera tradicional de los indígenas de la región. Después del almuerzo comenzamos nuestra caminata hacia la cascada. Fue absolutamente increíble. Conocimos que Putumayo es uno de los grandes productores de chontaduro y que debido a las aspersiones con glifosato muchos de los cultivos de chontaduro se perdieron y están tratando de recuperar esos cultivos. Cuando llegamos a la cascada, la teníamos solo para nosotros. Nos bañamos y disfrutamos de la paz de la naturaleza. Después seguimos nuestro recorrido hasta el hospedaje, donde descansamos un rato, comimos y luego salimos a nuestra caminata nocturna. Fue increíble. Escuchamos muchas ranitas y vimos dos. Fue super chévere cuando John Jairo decía que apagáramos las linternas y nos quedábamos en media de la oscuridad y los árboles, algo único.
Al día siguiente fuimos a la cascada del fin del mundo que es uno de los atractivos turísticos principales de Putumayo. Dado que había llovido la noche anterior, el camino estaba super embarrado y las piedras resbalosas, así que no fue una caminata muy fácil, igual la disfrutamos. Ese día había bastante gente en el parque donde queda la cascada, así que fue una experiencia distinta a la del día anterior donde solo éramos nosotros y podíamos aprovechar más la naturaleza. Uno llega a la cascada por la parte de arriba y ahí le pone a uno un arnés para ver la caída de agua y tomarse las típicas fotos. En el recorrido hay otras caídas de agua donde uno se puede bañar, pero nosotros preferimos no bañarnos, la verdad había mucha gente. Después de visitar la cascada uno va a almorzar a un restaurante con una vista muy bonita, el almuerzo estaba rico, aunque no tan rico como el del primer día. Ese día llegamos al hospedaje super cansados y super embarrados. Descansamos un rato y salimos para Mocoa para ir a comer a Amazónico.
Amazonico es un restaurante creado por un chico del bajo Putumayo que estudio en el Sena. El restaurante solo utiliza productos locales y que busca resaltar y preservar las tradiciones de la región y de los pueblos indígenas. En este enlace hay un artículo en ingles en The Guardian sobre el restaurante. Todo estuvo absolutamente delicioso. Nosotros probamos un menú degustación con croquetas de pirarucu con alioli y aji de mani, costillas de pirarucu a la brasa, arroz cremoso de calabaza ahumada y un brownie absolutamente delicioso.
En definitiva, nuestro viaje al Putumayo estuvo lleno de hermosos paisajes, mucho verde, lluvia, naturaleza y el descubrir de una región que tiene mucho por ofrecer y que vale mucho la pena visitar.
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