Dulces y lluvia en Calcuta (Junio 30 de 2010)
Hoy al salir del trabajo decidí pasar por el que es mi sitio favorito de comidas rápidas al estilo India, comí un Paneer Roll, paneer es algo así como una especie de queso, un producto vegetariano, estuvo sencillamente espectacular y por solo Rs 22. Mientras lo preparaban, el señor del restaurante me invitó a sentarme y empecé a charlar con una amigo de él, fue de esas conversación que le reafirman a uno que hay gente buena en todas partes y que nuestros ángeles siempre saben donde debemos estar. Hablamos de futbol, del clima y la comida en Colombia, de la comida tan deliciosa que se come por estos lados, de los dulces tan espectaculares que solo se encuentran en Calcuta; me recomendó ir a Park Street donde encontraba la mejor comida, así que el sábado continuaré con mi descubrir gastronómico en Calcuta. Hasta me dio su tarjeta por si necesitaba cualquier cosa, por si me perdía y necesitaba su ayuda. Al final me acompañó a una de las muchas tiendas de dulces que se encuentran por estos lados, donde comí un dulce típico, la cosa más deliciosa, super fresquito, como todo lechudito, como una especie de islas flotantes pero no tan dulces, una cosa increíblemente rica. Una vez terminé de degustar ese rico manjar tomé camino a casa, y mientras caminaba bajo la lluvia en Calcuta, empecé a sentir esa sensación de cuando uno empieza a apropiarse de su entorno, de cuando empieza a disfrutar esos pequeños detalles que le ofrece ese nuevo sitio que le abre a uno las puertas para convertirse en su hogar, así sea temporalmente. Bueno, hoy puedo decir que empecé a sentirme parte de esta ciudad o tal vez, es esta ciudad la que ahora hace parte de mi vida. Hoy mientras caminaba en la noche bajo la lluvia, sonreí y empecé a descubrir que Calcuta está siendo parte de mi vida y en unos años recordaré con una sonrisa en mi rostro lo que fue mi paso por estos lados, una sonrisa similar a la que se dibujaba en mi rostro mientras la lluvia y la noche caían sobre mí, desde el cielo de Calcuta.
Lo que tenía pendiente (julio 4 de 2010) Cuando supe que venía a Calcuta traté de informarme un poco más sobre esta ciudad, dado que la única referencia que tenía era la de la Madre Teresa de Calcuta. Sobre la Madre Teresa de Calcuta solo sabía que había dedicado su vida a los pobres y a los más necesitados y que era la respuesta preferida de las reinas de belleza cuando se les preguntaba a qué personaje admiraban; aunque creo que muy pocas de ellas sabían realmente donde quedaba Calcuta y cuál era la realidad a la que ella trataba de llevar un alivio. En mi búsqueda de información sobre Calcuta, me topé con el blog de una niña argentina, quien había venido como voluntaria a Calcuta a trabajar con los niños del hogar de la Madre Teresa; al leer el blog y ver las fotos no pude evitar sentirme conmovida por la realidad que ella contaba, al mismo tiempo que una voz en mi interior me decía que mi venida a Calcuta no era gratuita y aparte de llevar a cabo mi práctica, me esperaba una misión un poco más humana donde me toparía con una realidad que me arrancaría lágrimas y sonrisas. De la misma manera, una amiga de la universidad había venido a Calcuta motivada por esta misma niña argentina, ella estuvo un mes como voluntaria y se llevó una experiencia que le quedó grabada en la piel y en el alma. Ella me dijo que Calcuta era una ciudad dura, que le había hecho llorar muchas veces y hasta le había quitado las ganas de comer, al ver como tanta gente mendigaba en las calles. Fue así como se despertó en mí un interés por ver y vivir esa realidad, por conocer cómo vivía la Madre Teresa, por trabajar con esos niños desnutridos o que padecen alguna enfermedad terminal. Fue así como comprendí que la virgen me había puesto en Calcuta no solo para hacer mi práctica, sino para vivir una experiencia de vida y entender cómo dar siempre significa más que recibir. El viernes fui a la misa en Mother’s house, en la capilla donde está la tumba de la Madre Teresa; al llegar y orar, las lágrimas caían de mi rostro, me sentí vulnerable, conmovida, un tanto sola, extrañando tantas cosas, haciéndome tantas preguntas. En la tumba estaba escrito en letras formadas por flores amarillas “You are precious to him”, así comencé a construir la respuesta a la pregunta de por qué estoy en Calcuta. Estar allí me abrió los ojos y el corazón para empezar realmente mi misión en este lugar.
Modern Calcuta (julio 4 de 2010)
De acuerdo a mi guía Lonely Planet, si se tienen 2 semanas para visitar Calcuta, uno puede darse un recorrido temático, es decir puede visitar la Calcuta Tradicional, la Colonia, la Moderna, la Escuálida y la Multicultural. Hoy tuve contacto con esa Calcuta moderna que según la Lonely Planet corresponde a “Dancing at Tantra night club, coffee at Barista, cocktails at Roxy and browsing at Oxford Bookstore”. Comencé por entrar a Oxford Bookstore, me sentí como en Barnes&Noble, un ambiente agradable en el que le provoca a uno quedarse horas perdiéndose entre los libros, aunque no cambio mi favorita Shakespeare&Co en Paris; eso sí no me fui con las manos vacías y compre City of Joy, libro que me recomendó la misma amiga que vino a Calcuta como voluntaria. Después almorcé en Flurys, un restaurant en Park Street, muy moderno, limpio y con una excelente presentación de los platos; nada que ver con lo que vi durante el camino desde Park Street Metro Station hasta el restaurante. Me comí un pincho de queso cottage gratinado con un arroz de hierbas en una base de tomates, realmente rico; obviamente la presentación, el aire acondicionado y la limpieza tienen un costo y pague 350 Rs, 7 veces más de lo que cuesta un plato de Chiken Chowmain en la calle. Después fui a Victorial Memorial y al verlo desde la calle me sentí como cuando vivía en Alexandria (VA) e iba al Capitolio en Washington, es de un blanco impecable, que contrasta con la realidad gris y oscura que se observa a pocas calles. En mi camino de regreso me detuve en Baristas, es algo así como un Oma, gran variedad de cafés, sándwiches y pastelería. La mayoría de gente que vi fue parejas jóvenes pasando un sábado en la tarde, si se quieren imaginar la escena piensen en Oma o Crepes un sábado en la tarde. Eso sí, la variedad y la modernidad tiene su precio y pague 100Rs por un café latte duet, que venía con un toque de crema. Hoy tuve contacto con esa Calcuta moderna, esa en la que un café vale 100Rs, cantidad con la que uno de los hogares que entrevistamos durante la visita de campo recibe como ingreso durante 1 mes.