
Cuando visité Israel, estando en Jerusalén, un día tomé el bus para ir a Belén. El bus se toma en la Puerta de Damasco y se demora aproximadamente 20 minutos en llegar a Belén. En el bus, al lado mío iba una señora quien me hizo la charla. Durante nuestra conversación me contó que un tío de su esposo vivía en Colombia, específicamente en San Andrés desde hacía muchos años. Me imagino que fue de esa ola de emigrantes que llegó a San Andrés y lo convirtió en el gran centro comercial que alguna vez fue, donde el plan era armar paseo para ir a comprar todos los electrodomésticos y enseres para el hogar. Al llegar a Belén, la señora muy amablemente me indicó por donde tenía que coger para llegar a la Iglesia de la Natividad. En el ratico que caminamos juntas me contó que ella era de Jerusalén pero su esposo de Belén. Dado que no puede vivir en Belén por haber nacido en Jerusalén, ella viaja dos veces a la semana para visitar a su esposo. Para ella es mucho más fácil viajar que para él. Para que los palestinos puedan viajar a territorios israelíes deben pedir un permiso que toma varios días o semanas.
En Belén visité la Iglesia de la Natividad. Me pareció un lugar muy especial. Cómo no va a ser especial el lugar donde, se cree, nació Jesús. La iglesia está llena de lámparas de aceite, lo cual le da un toque muy lindo. Como mucho de los sitios religiosos que visité, la iglesia es administrada por ortodoxos y la mayoría de los turistas que había también eran ortodoxos.
Otra de las cosas que me sorprendió y chocó fue la parada en el puesto de control en el camino de regreso a Jerusalén. De ida no hay puesto de control, pero de regreso sí. Cuando llegamos al puesto de control, el bus se detuvo y la chica que estaba a mi lado se alistó para bajarse. Yo pensé que todos nos teníamos que bajar, así que me alisté también, pero vi que el 80% de los pasajeros se quedó en el bus, incluidos todos los turistas, así que deduje que no tenía que bajarme. La chica que estaba a mi lado sí se bajó y tuvo que hacer una fila al lado del bus, en la fila habían alrededor de 10 personas. Un agente se subió al bus y revisó nuestros pasaportes y luego bajó a revisar los documentos de quienes hacían la fila. La verdad, no hubo diferencia alguna entre el control en el bus o en la fila, me imagino que los hacen bajar con el fin de que sientan que deben pasar por más trabajo dado que son palestinos, eso claramente no me gustó. Es algo complejo de entender cómo en un territorio tal pequeño confluyen tantas creencias y culturas y, a la vez, tantas rivalidades.