A mí me encanta viajar. Siempre me ha gustado aventurarme a descubrir nuevos lugares, sola o acompañada. La verdad es que si hay un destino que me llama la atención y tengo el tiempo para visitarlo, lo hago así no encuentre compañero de viaje. De hecho he descubierto que a veces es preferible viajar solo que con alguien con quien uno no tiene el mismo estilo para viajar y va a diferente ritmo. Japón fue un poco una mezcla de viajar sola y viajar acompañada.
Japón no había sido necesariamente un destino que encabezara mi lista de lugares a donde viajar, tal vez porque no había escuchado muchas experiencias de gente que hubiera viajado a Japón. Mi mayor referente de Japón era Murakami. Por casualidad un día comencé a leer sus libros y quedé cautivada. Murakami es efectivamente uno de mis escritores favoritos. Y de hecho en mis días en Japón cuando observaba a la gentem creía visualizar a algunos de los personajes de los libros de Murakami, particularmente Aomame de 1Q84, y algunos de los persones de "Los años de peregrinación del chico sin color".
Al comienzo de 2016 conocí dos chicas que habían viajado a Japón y quienes habían quedado fascinadas con el país, la gente, la cultura y la comida. Ambas me lo recomendaron un montón, así la idea de visitar Japón comenzó a rondar mi mente. Por la misma época, una buena amiga mía, colombiana, que conocí durante mi estadía en París, se mudó a Tokio por trabajo. Sentía como si las energías se encaminaran a que visitará Japón. Luego, pensé que quería pasar mi cumpleaños fuera de Delhi. Quería hacer algo diferente, así que dije por qué no un viaje... ¡a Japón! Mi amiga estaba en Tokio sólo hasta finales de julio, así que era el momento preciso. Los viajes no llegan de casualidad, los destinos que visitamos y los caminos que recorremos llegan en el momento que debe ser.
Japón queda como uno de los destinos que más me ha gustado. Fue un viaje increíble. Todo me gustó, la comida, la gente, la dinámica de cada ciudad, la cultura, el verde de los paisajes en Kioto, la magia de los templos, la cultura animé en Tokio, todo. Creo que hay mucho por aprender de los japoneses, su organización, su honestidad y la limpieza de todos los sitios públicos. Esto último fue una de las cosas que más me sorprendió, tal vez porque iba de India donde la limpieza no es la insignia del país. En Japón hay baños públicos en todas las estaciones de metro y son perfectos. Uno generalmente le teme al baño público, pero no hay razón para hacerlo en Japón. Otra de las cosas que me llamo la atención es que de 10 personas que uno ve en un vagón de metro, 6 están profundamente dormidas. Es chistoso, porque se sientan, comienzan a ver sus celulares y al segundo quedan dormidos, profundamente dormidos. Igual tienen el sueño cronometrado y segundos antes de llegar a su estación, se despiertan. Algo que efectivamente hay que destacar de los japoneses es su sentido de lo que significa "servicio", la gente se esmera por darle al cliente un servicio impecable. Esto sucede en los restaurantes, en los supermercados, en las estaciones de tren, en todo lado. Los japoneses son increíblemente serviciales. Es cierto que no muchos hablan inglés, pero esto no es una barrera para que la gente esté siempre dispuesta a ayudar.
Japón me encantó, ¡de eso no cabe la menor duda! En otras entradas describiré más mi experiencia en cada ciudad y las cosas que más me gustaron en cada una de ellas.