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  • Writer's pictureDiana Milena Lopez Avila

Bután: un país de templos, monasterios, budas y dragones


Bután fue para mí un destino realmente único, mágico. Generalmente para mis viajes compro la guía Lonely Planet para saber un poco más sobre el lugar que voy a visitar y consejos sobre dónde comer o qué hacer. Honestamente la sección al final donde le explican a uno más sobre el país la leo a medias. Esta vez, sin embargo, dado lo poco que conocía sobre Bután, la leí completa. Dentro de todo lo que leí, una de las cosas que más me llamó la atención fue leer sobre las cuatro verdades nobles del budismo. Estas cuatro verdades son las que unen la ignorancia con la iluminación y el sufrimiento con la libertad. La primera verdad es la verdad del sufrimiento. Está el sufrimiento por el envejecimiento, la enfermedad y la muerte. La segunda verdad se refiere al deseo de querer las cosas de una manera diferente a la que realmente son. La tercera verdad fue descrita por Buda como el Cese Verdadero, la posibilidad de dar fin a todas las desilusiones, deseos y ataduras. La cuarta verdad es la que le permite al individuo superar las ataduras y los deseos en busca de la liberación. Esto me permitió entender un poco más cuál es la búsqueda que los monjes budistas emprender y el poder de la meditación. Cuando visitamos los templos, el guía nos contaba con los budas habían meditado para poder combatir a los demonios. La verdad es que al subir a Taktshang Goemba (Tiger Nest) y ver el monasterio ahí incrustado en las montañas, es imposible no imaginarse una escena en la que demonios o dragones son combatidos por aquellos que han logrado encontrar la iluminación.

En Bután visitamos 3 ciudades, Paro, Thimphu y Punakha. El fuerte más lindo fue el de Punakha. Hoy dos tipos de edificaciones principales, Dzongs y Goembas. Los Dzongs son fuertes y los Goembas son monasterios. Los Dzongs funcionan también como centros administrativos de los 20 distritos en Bután. El fuerte en Punakha es realmente mágico, imponente, como sacado de un cuento. Una de las noches que estuvimos en Paro tuvimos la oportunidad de ver el Paro Dzong iluminado. Se veía increíble, mucho más lindo que cuando lo visitamos de día.

En definitiva Bután fue un lugar mágico. Un lugar que me transportó a otro mundo, a otro tiempo. Si algún día tienen la posibilidad de visitar este país, definitivamente vale la pena. Este es el link de la empresa que nos ayudó con la organización del viaje.

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